La llama de la angustia
En la llama de una vela,
todas las fuerzas de la naturaleza
están activadas.
Novalis (Friedrich Leopold von Hardenberg, Poeta y filósofo alemán)
“Nada de lo humano me es ajeno” Publio Terencio Afro, Filósofo Romano
Todos somos humanos, todos tenemos todo dentro de nosotros: al menos escrupuloso de los asesinos y a la más mártir de las monjas. Desde el punto de vista de Terencio tenemos todas las semillas, todas las llamas dentro de nosotros y siguiendo con esta idea, podemos encenderlas, alimentarlas y por ende hacerlas crecer. Entonces podemos preguntarnos: ¿Cómo y por qué se enciende la llama de lo que somos?, ¿lo decidimos nosotros?, ¿nuestras condiciones?, ¿la infancia es destino?, ¿la sociedad en la que vivimos?, ¿cuándo se decide?, ¿una vez que somos algo ya no podemos cambiarlo? Es decir: ¿Estamos determinados de alguna manera? Parecen cuestiones que se contradicen ¿verdad?
Existen muchas personas que han hablado acerca del ser humano y sus potencialidades, hay teorías muy extensas desde varios puntos de vista. Es sin duda un tema apasionante para filósofos, psicólogos y para cualquier persona que alguna vez se haya preguntado ¿quién soy?, ¿por qué soy así?, ¿por qué no puedo cambiar?, ¿por qué él ella es así y yo soy de otra manera? ¿Por qué me gusta esto y no aquello?
Es decir, a diferencia de perros y gatos, siempre que no se demuestre lo contrario todos los seres humanos, ya que todas y todos advertimos nuestra existencia, sabemos que estamos vivos y somos conscientes de que somos diferentes a los objetos inanimados, y otros seres humanos, somos consciente de que existimos. Alguna vez, todos, nos hemos preguntado por el sentido de nuestra existencia, y a esta pregunta se le da nombres como dios, destino, el deber ser; pero algunos toman el riesgo de contestar con lo puramente evidente: no tiene sentido. Para los existencialistas la vida no tiene sentido. Entonces en este ensayo se reflexionará sobre estas cuestiones desde el punto de vista de los tres psicoanalistas que han cambiado la ruta del entendimiento del ser humano y se terminará con el aporte filosófico existencialista tendiendo puentes entre estas dos ramas del conocimiento del ser humano.
La teoría de Freud se inclina a darle más importancia a la carga genética de cada individuo, dirigiéndose a constitución fisiológica del individuo. Pero también describe el monto natural de cada pulsión como constitucional y parte de ahí para elaborar su teoría de la represión y la dinámica de las pulsiones primarias: libido y la pulsión de muerte o thanatos. En nuestro cuerpo, fisiológicamente determinado, está lo que caracteriza al ser humano en cuestión de lo que nos impulsa a movernos, pero Freud lo junta con la dinámica psíquica; es decir, la psicopatología para él es la forma en que interactúan estas fuerzas psíquicas y el monto que tiene cada una de ellas. La primera parte apunta al organismo del sujeto y la segunda a las vivencias, y todo esto determina nuestros gustos y aversiones.
Por otra parte, Erich Fromm aumenta, gracias a Karl Marx, la determinación de la persona conforme a la sociedad a la que pertenece o en la que se crió. Es la sociedad para Fromm la que determina lo que él llama el inconsciente social. Esto se refiere a que la mayoría de las personas reprimen lo que su sociedad reprime. Y dice que por medio de los sueños, se expresan en un lenguaje olvidado aquello reprimido, lenguaje simbólico muy similar a los mitos, los cuales contienen muchos de los deseos del ser humano a lo largo de la historia y que vierten en forma de cuentos primero de manera oral y luego escrita a cada miembro de la sociedad, quedándose de manera permanente en la psique de éstos. Es así es como se deciden las aversiones para cada individuo en cada sociedad. Bien cierto podemos saber ahora con la globalización en qué sociedades se reprime por ejemplo la poligamia, la homosexualidad o la agresión.
Tenemos hasta ahora que el individuo está determinado por su carga genética, la dinámica de las fuerzas psíquicas y también lo permitido y no permitido en la sociedad en la que habita. ¿Pero qué hay de lo que viene dentro de nosotros por lo que Darwin llama la evolución del hombre? Pues también existe otro filosofo-psicoanalista Carl Gustav Jung, quien hizo en sí mismo y en sus pacientes una investigación propia después de haber disentido de Freud. Jung en su libro Arquetipos e Inconsciente Colectivo dice que existe un lenguaje común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psiquis que está más allá de la razón. El inconsciente colectivo está compuesto por lo que Jung llama Arquetipos los cuales están basados en imágenes mitológicas determinadas, como ejemplo está el arquetipo paradigmático de la sombra que describe lo desconocido e inexpresable, describe al mismo inconsciente colectivo. El simbolismo de la muerte, los demonios, dragones y serpientes, círculos y triángulos, el ave como símbolo de liberación y de trascendencia, la peregrinación, el mito del héroe y una serie larguísima de otras figuras habitan lo inconsciente colectivo y constantemente acuden a la consciencia sin que sepamos interpretarlos, y con variantes de formas y detalles, así como fluyen los instintos primitivos en cada momento de nuestras vidas.
De acuerdo, entonces tenemos tres puntos de vista de tres genios de la mente humana, que describen al individuo desde distintos puntos de vista que parecen complementarse unos a otros. El inconsciente personal (Freud, Biológico-dinámico, el inconsciente social (Fromm, social-cultural) y el inconsciente colectivo (Jung-Arquetípico-heredado). Éstas son las tres patas del trípode del concepto de inconsciente en psicoanálisis. Tomemos, pues, en cuenta estas tres teorías que parecen bastante aceptadas por el gremio y por la gente para analizar qué es lo que pasa con cada uno de nosotros para ser monje, artista, filósofo, sobrecargo o sicario-antropófago.
Desde el punto de vista Freudiano, estamos determinados fisiológicamente, eso todos lo sabemos, pero son las vivencias de la infancia las que nos hacen recorrer un camino en la vida: “infancia es destino” según el padre del psicoanálisis. ¿Entonces eso quiere decir que si vivo lo necesario para ser un sicario, y cuanto con la biología necesaria para serlo so seré?, ¿el sicario no tiene la posibilidad de ser otra cosa una vez que ya lo es? No lo creo.
En el sentido Junguiano, podemos preguntarnos, aunque se superficialmente, qué del inconsciente Colectivo nos hace ser lo que somos. Del siglo IX al XV las personas no se preguntaban qué querían hacer de sus vidas; si sus padres eran carpinteros, ellos tenían que ser carpinteros, si eran herreros, hijo herrero iba a ser. La mayoría no se hacía esa pregunta, en sus genes estaban escritas sus habilidades y su destino. Sin embargo, a pesar de toda esa carga hereditaria varias generaciones de herreros, hubo quien eligió ser y hacer otra cosa, la prueba de ello es que ahora no vivimos en feudalismo. Ahora “cada quien hace lo que quiere”, sí, entre comillas. Ese cada quien hace lo que quiere ahora parece un slogan de alguna marca o partido político, porque más bien esa frase parecería el soma principal que desvanece la angustia de ¿quién soy? Y aquí entra el punto de vista de Fromm, es la sociedad la que nos dice, sin decirlo, lo que tenemos que “ser”, cómo nos tenemos que vestir, cómo nos tenemos que relacionar con hombres y mujeres, cómo y cuánto tenemos que tener. Coches, ropa, talla, barrio y hasta el perro que tenemos les dice todos los que nos rodean que es lo que “somos”. Muchas veces son los mismos índices, pero digo muchas veces porque algunas veces nos damos cuenta de que no somos eso, y la angustia de no saber qué carajos somos nos impulsa a aferrarnos a esa idea, a definirnos por las cosas y no por las acciones. La pregunta es ¿realmente “somos” eso?
Exactamente, aquí entra la bandera negra del existencialismo. Jean Paul Sarte en su libro El existencialismo es un Humanismo, dice que hay dos tipos de existencialistas, los que creen en la existencia de dios y el existencialismo ateo. Para los existencialistas ateos Dios no existe; es decir, sostienen que el hombre es el único ser en que le existencia precede a la esencia, pues “empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define”; es decir, la existencia del ser humano no tiene sentido en un principio sólo después de que existe se le puede dar uno. En este existencialismo, que está representado mayormente por Martin Heidegger, y Jean Paul Sarte, se separan los distintos entes entre sí en tanto que o bien tienen la forma de “ser-ante-los-ojos”, o bien son de la forma del “Dasein” o “ser ahí.” Todos los seres humanos somos un dasein, un “ser-ahí-ahora” (el “ahora” es agregado por mí y tomado de la traducción del alemán de da que significa ahí y ahora, y sein que significa ser), lo que implica la consciencia de existencia aquí y ahora, y como tal tenemos algunas características peculiares. A las características del Dasein, Heidegger los llama existenciarios. Algunos de éstos son el “ser-en-el-mundo”, el “encontrarse”, el “comprender”, “la cura” y “ser-para-la-muerte”. Para los propósitos de este ensayo, sólo definiré estas cuatro características del “ser-ahí”. Todos los Dasein somos un ser-en-el-mundo; esto quiere decir que todos los seres ahí estamos tirados en el mundo, que no decidimos lo que nos rodea, ni elegimos estar en el mundo somos algo que está ahí, en el mundo, algo que es ahí en el mundo. Todas las características del mundo, de la existencia no las podemos decidir nosotros en el sentido en que no decidimos cómo es estar vivos: estamos vivos. No decidimos cómo existir, sólo existimos. Nosotros no decidimos el mundo en el que vivimos, el mundo es, y nosotros somos un ser en el mundo. Ahora, el “encontrarse” y “comprender” caracterizan en cuanto existenciarios el “estado de abierto” original del “ser en el mundo” del “ser-ahí”. En el modo del estado de ánimo “ve” el “ser ahí” posibilidades en virtud de las cuales es. En el abrir, proyectando, tales posibilidades son en cada caso ya en un estado de ánimo. Pero hay un modo de encontrarse espacial que siempre apunta a la pregunta que interroga por el ser: La angustia. A diferencia del miedo, que es siempre miedo a algo en específico, la angustia se revela como miedo “a la nada”. La persona angustiada no teme a este o a aquel ente, sino que más bien siente que se hunde en la insignificancia todo su mundo, pero no puede indicar algo concreto que a lo que le tema. La angustia se explica sólo admitiendo que en ella aquello de que se siente amenazado el Dasein no es este o aquel ente en concreto, sino qué es la existencia misma como tal, el estar ser un Dasein, un “ser-aquí-ahora” lo que conlleva ser un “ser-en-el-mundo”, Estar tirado en el mundo y sin un sentido en el momento de ser tirado. Es decir, estar ahí, vivo y sin un destino, algún papel específico, sin sentido alguno más que aquel que se le decida dar. El asunto es que el humano se da cuenta que su ser está en juego, “el “ser-ahí” es el único ser que en su ser le va su ser” es como lo dice Heidegger. Esto quiere decir que el ser-ahí debe definir su ser a diferencia de los seres-ante-los-ojos. La mujer y el hombre deben decidir que son, deben encender la llama alimentada por la angustia para elegir lo que van a ser. Y es exactamente en este punto en el que el existencialismo aporta una piedra diría yo que une a las teorías psicoanalíticas. Es la que las une, porque tenemos a tres genios de la mente investigando y resolviendo el paradigma de qué es el hombre. Indagando sobre su sentido y su determinación, sobre por qué cada persona es única, y por los caballos que nos hacen ser de cierta manera, y es por eso que es negra la bandera del existencialismo, porque hace la guerra en contra de estas teorías dando todo el poder al ser humano en cuanto pro-yecto. En cuanto a que cada ser humano toma una decisión en cada lugar, en cada momento. Nuestro cuerpo podrá limitar algunas de las decisiones que tomamos en nuestra vida, en el sentido de las capacidades sobretodo físicas, nuestra herencia como humanidad también, y la sociedad no se puede dudar, pero no puede determinarnos. ¿No sabemos que existe un hombre llamado Nick Vujicic que no tiene brazos ni piernas y es contador, negociante, camina, nada y es orador profesional dando pláticas motivacionales ya en cuatro continentes? El punto es que ninguna teoría puede determinarnos por la simple razón de que somos conscientes de nuestra existencia, y por lo tanto somos conscientes de que somos y de que podemos ser, y de que en cada momento estamos eligiendo, y no elegir también es una elección. Es decir, el existencialismo dice que el ser humano es siempre proyecto, es siempre posibilidades, es algo que nunca es y siempre está siendo. Las dos frases citadas al principio de este ensayo, las cuales apuntan a que todas las semillas están en nosotros me parece que apuntan también a lo que todos somos, apuntan a que somos todo y nada somos, somos aquella semilla que decidimos alimentar, ya sea ésta la semilla del odio, de la venganza, de la superación, de la ayuda o amor al prójimo. Somos la llama que decidimos encender, guiados por la llama de la angustia siempre porque es esta la que nos contacta con no que verdaderamente somos, somos aquello de nosotros a lo que llamamos en cada momento, en cada situación.
¿Entonces qué nos determina? Yo diría que más bien la pregunta es: ¿Estamos determinados?
Bibliografía:
- Freud, Sigmund. Obras Completas. Amorrortu Editores / Biblioteca Nueva.
- Fromm, E. (1959). El miedo a la libertad. Argentina: Paidos
- Fromm, E. (1959). Theory o Psycoanalysis. New York: William Allanson White Institute.
- Fromm, E. (1951). El lenguaje olvidado. Librería Hachette, Colección Saber.
- Heidegger, M. (1997). El ser y el tiempo. México: FCE.
- Jung, C.G. (1910). Obras Completas
- Sarte, J.P. (1985). El existencialismo es un humanismo. País: editorial.