El lenguaje Olvidado: Los sueños según Erich Fromm
EL LENGUAJE OLVIDADO
I. INTRODUCCIÓN
Dice Fromm que uno de los fenómenos más asombrosos de la vida, son los sueños. Que provoca en nosotros tan poca admiración y tan poca curiosidad. Todos soñamos; no entendemos nuestros sueños, pero nos conducimos como si no pasara nada raro en nuestras mentes dormidas. Raro al menos en comparación con los actos lógicos, intencionales, que realiza nuestra mente cuando estamos despiertos.
Cuando dormimos, pasamos a otra forma de existencia. Soñamos. Inventamos historias que nunca han ocurrido y que a veces ni siquiera tienen precedentes en la realidad. Pero cualquiera que sea el papel que desempeñamos en el sueño, somos nosotros sus autores, el sueño es nuestro, nosotros inventamos su trama.
Carácterísticass de los sueños
Casi todos nuestros sueños tienen una característica común: no siguen las leyes de la lógica que gobierna nuestro pensamiento cuando estamos despiertos. Las categorías de tiempo y espacio son pasadas por alto. Somos, en nuestros sueños, creadores de un mundo en el que el tiempo y el espacio, que limitan todas las actividades de nuestro cuerpo, carecen de poder.
Parece que cuando dormimos abrimos un amplio depósito de experiencias y recuerdos, cuya existencia ignoramos cuando estamos despiertos.
Pese a todas esas extrañas características, el sueño es un hecho real, actual; tanto que nos induce a plantearnos dos preguntas: ¿Qué es la realidad? y ¿Cómo sabemos que lo que soñamos es irreal y que lo que nos ocurre en la vida diaria es real? Un poeta chino expresó está duda con mucho acierto: “Anoche soñé que era una mariposa, y ahora no sé si soy un hombre que ha soñado que era una mariposa, o una mariposa que está ahora soñando que es un hombre”.
Todas esas vívidas y excitantes experiencias nocturnas no sólo desaparecen cuando despertamos, sino que nos resulta muy difícil recordarlas. Pero hay otras que recordamos, y es de ésas de las que hablamos cuando decimos: “Tuve un sueño”.
Más asombroso que todas esas circunstancias es quizá la similitud que existe entre los productos de nuestra actividad creadora desarrollada durante el sueño y la más antigua de las creaciones del hombre: los mitos. Muchos de nuestros sueños son, tanto en su tono como en su contenido, similares a los mitos. Y nosotros, que los consideramos extraños y remotos cuando estamos despiertos, poseemos la capacidad de crear esos productos semejantes a los mitos cuando estamos durmiendo.
Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son “escritos” en el mismo idioma, el lenguaje simbólico.
Lenguaje simbólico
El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que las experiencias internas, los sentimientos y los pensamientos, son expresados como si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Tiene una lógica distinta del idioma convencional que hablamos a diario. Una lógica en la que no son el tiempo y el espacio las categorías dominantes, sino la intensidad y la asociación. Es el único lenguaje universal que elaboró la humanidad, igual para todas las culturas y para toda la historia. Es preciso entender si se quiere conocer el significado de los mitos, los cuentos de hadas y los sueños.
No obstante, ese lenguaje ha sido olvidado por el hombre moderno. No cuando duerme, sino cuando está despierto.
Pero lo peor de todo es que no entendemos lo que soñamos. Mientras que, estando despiertos, estamos seguros de que podemos entender cualquier cosa con sólo prestarle la debida atención. Para no tener que afrontar la prueba abrumadora de que poseemos un entendimiento limitado, preferimos acusar a los sueños de ser simples tonterías.
Fromm considera, que el lenguaje simbólico es el único idioma extranjero que todos debiéramos estudiar. Su comprensión nos pone en contacto con una de las fuentes más significativas de la sabiduría, la de los mitos. Con las capas más profundas de nuestra propia personalidad. Más aún, nos ayuda a entender un grado de experiencias que es específicamente humano porque es común a toda la humanidad, tanto en su tono como en su contenido.
Dice el Talmud: “Los sueños que no han sido interpretados son como cartas que no han sido abiertas”.
II. NATURALEZA DEL LENGUAJE
El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que el mundo exterior constituye un símbolo del mundo interior, un símbolo que representa nuestra alma y nuestra mente.
Fromm distingue tres clases de símbolos: el convencional, el accidental y el universal.
El símbolo convencional
El símbolo convencional es el más conocido de los tres, porque lo empleamos en nuestro lenguaje diario. Se refiere al convenio de llamar a un objeto determinado con un nombre determinado, sin que exista relación inmanente entre la palabra que se emplea para llamar a un objeto y el objeto mismo. Aprendemos su relación siendo niños, mediante la repetida experiencia de escuchar la palabra referida al objeto. Hasta que se forme una asociación permanente, de tal modo que luego ya no tenemos que pensar para emplear el vocablo necesario.
El extremo opuesto al símbolo convencional es el símbolo accidental. Aunque ambos tienen algo de común: no hay relación interna entre el símbolo y lo que simboliza.
Los símbolos accidentales
Los símbolos accidentales no pueden ser compartidos por nadie, salvo cuando referimos los hechos enlazados con el símbolo. Por esta razón los símbolos accidentales se emplean raramente en los mitos, en los cuentos de hadas o en las obras de arte escritas en lenguaje simbólico, porque no son transmisibles. En los sueños, no obstante, los símbolos accidentales son frecuentes.
El símbolo universal
El símbolo universal es aquel en el que hay una relación intrínseca entre el símbolo y lo que representa. Tiene su raíz en la experiencia de la afinidad que existe entre una emoción o un pensamiento, por una parte, y una experiencia sensorial, por la otra. Puede ser llamado universal porque es compartido por todos los hombres. Tiene sus raíces en las propiedades de nuestro cuerpo, nuestros sentidos y nuestra mente. Son comunes a todos los hombres, y por consiguiente no se limita a personas o grupos determinados. El lenguaje del símbolo universal es la única lengua común que produjo la especie humana. Un lenguaje que olvidó antes de que lograra elaborar un lenguaje convencional universal.
III. NATURALEZA DE LOS SUEÑOS
Todos los sueños tienen sentido y significado. Sentido porque contienen un mensaje que puede ser entendido cuando se posee la clave para traducirlo. Significado, porque nunca soñamos nada fútil, aunque el sueño pueda estar expresado en un lenguaje que oculte el significado de su mensaje con una apariencia de futilidad.
Este punto de vista fue abandonado completamente sólo en estos últimos siglos. Se relegó la interpretación de los sueños al campo de la superstición, y se afirmaba sin vacilar que los sueños eran manifestaciones psíquicas insignificantes, carentes de sentido, o en el mejor de los casos reflejos mentales o sensaciones físicas experimentados durante el sueño.
Sueños según Freud
Fue Freud quien, refirmó el antiguo concepto: los sueños tienen sentido y significado: No soñamos nada que no sea una importante expresión de nuestra vida interior y todos los sueños pueden ser entendidos siempre que tengamos la clave para ello; la interpretación de los sueños es la “vía regia”, la avenida principal que conduce al conocimiento del inconsciente y por lo tanto la fuerza motriz más poderosa de la conducta, tanto patológica como normal. Además, Freud refirmó que el sueño es la satisfacción de pasiones irracionales, reprimidas durante la vida despierta.
Fromm considera que la única descripción de la naturaleza de los sueños que no altera ni disminuye el fenómeno es la que los sueños son expresiones llenas de sentido y significado de todas las clases de actividades mentales, que se producen cuando dormimos.
Cuando dormimos no nos preocupamos de poner al mundo exterior al servicio de nuestros propósitos. Estamos indefensos, y por eso el sueño ha sido llamado con justicia “el hermano la muerte”. Pero también estamos libres, más libres que en estado de vigilia. No tenemos que mirar al mundo exterior; miramos nuestro mundo interior, nos ocupamos exclusivamente de nosotros mismos. En el estado de reposo el reino de la necesidad cede su sitio al reino de la libertad, en el que “Yo soy” es el único sistema al que se remiten pensamientos y sentimientos.
La vida dormida y la despierta son los dos polos de la existencia humana. La despierta está enlazada con la función de la actividad, la dormida está libre de ella. El sueño está enlazado con la función de la autoactividad. Cuando despertamos nos trasladamos al reino de la acción.
Conclusión
La conclusión a que llega Fromm es: el estado del sueño tiene una función ambigua. La falta de contacto con la cultura provoca la comparecencia de lo peor y también de lo mejor que tenemos; por consiguiente cuando soñamos podemos ser menos inteligentes, menos sabios y menos decentes, pero también podemos ser mejores y más cuerdos que cuando estamos despiertos.