¿Miedo, Fobia o Estrés Post Traumático?
Investigación y redacción por: Lolbé Castañeda Ferrer
Revisión y edición por Jorge Luis Macías Lloret
El miedo es una emoción de anticipación que se desencadena cuando se percibe una situación que pone en riesgo nuestra seguridad y/o la seguridad de los demás. Para preparar el cuerpo para enfrentar este peligro, el cuerpo puede evocar reacciones de “congelación, huida o lucha” o respuestas de “atender y socializar” (por ejemplo, recurrir a otros en busca de ayuda, o hacer que una situación sea menos tensa o incómoda).
Aunque el miedo es un componente adaptativo de la respuesta a estímulos potencialmente amenazantes, un miedo excesivo o inapropiado genera trastornos psiquiátricos crónicos, incluidos el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y las fobias.
Las fobias específicas son miedos extremos y persistentes a ciertos objetos, situaciones, actividades o personas. Las personas que sufren fobias específicas se esfuerzan por evitar los estímulos de su fobia aunque saben que no existe ninguna amenaza o peligro, pero se sienten impotentes para detener su miedo irracional. Entre algunas fobias comunes se encuentran, miedo a los espacios abiertos, a los espacioes cerrados, a los perros, las alturas, la oscuridad, el agua, volar, las heridas y la sangre.
Si bien el TEPT siempre es causado por un evento traumático, la fobia específica puede ser el resultado de un evento traumático (fobia experiencial específica) o (fobia no experiencial específica). Es decir, la fobia puede o no ser causado por una vivencia traumática.
Fobia No Experiencial – No Asociativa
Esta fobia es causada y activada por estímulos que despiertan miedo sin un aprendizaje asociativo previo; es decir, sin ninguna vivencia que la haya detonado. Los factores genéticos, familiares, ambientales o del desarrollo juegan un papel importante en su desarrollo. En ciertos casos, un miedo puede llegar a sensibilizarse. La sensibilización es una forma de aprendizaje no asociativo que se manifiesta por reacciones emocionales exageradas a estímulos específicos. La sensibilización cumple el propósito funcional de detectar amenazas y se origina por un aumento de las respuestas neuronales específicas a un estímulo que activa exageradamente la amígdala. Otra característica es la falta de habituación. La habituación es otra forma de aprendizaje no asociativo que se manifiesta por reacciones emocionales menores ante estímulos presentados repetidamente y protege el cerebro de inundación de información sensorial que, con el tiempo se considera irrelevante. La habituación se trata de una disminución de las respuestas neuronales a estímulos presentados repetidamente. En pocas palabras la habituación es acostumbrarse. Por tanto, una deficiencia en este mecanismo (es decir, la habituación de la amígdala) puede contribuir a la persistencia de la fobia no experiencial.
Fobia Experiencial
Esta fobia resulta de una experiencia desafortunada. Su adquisición se debe al condicionamiento de miedo clásico, que ocurre al asociar la presentación de una señal neutral, como un sonido, con un evento aversivo, como una descarga eléctrica. Posteriormente, cuando se vuelve a presentar la señal sin el estímulo aversivo, provoca conductas de miedo o pánico.
El miedo también puede adquirirse de otras formas, incluido un condicionamiento observacional. Aquí, un sujeto A observa a un sujeto B que experimenta un condicionamiento de miedo clásico. Después del entrenamiento, el sujeto A muestra conductas de miedo cuando se expone al estímulo condicionado, aunque no lo haya sufrido él. Estos hallazgos demuestran la transmisión social del miedo.
Tratamientos para la fobia
Los tratamientos basados en la exposición, en los que los pacientes son confrontados sistemáticamente con sus objetos temidos, son altamente efectivos en el tratamiento de fobias específicas. Se ha visto que producen una mejoría estable tanto en el miedo reportado como en el comportamiento de evitación. La exposición en realidad es más efectiva en la mayoría de los casos que la exposición en realidad virtual. De igual manera, la exposición en vivo es superior a la farmacoterapia por sí sola, aunque recientemente ésta se ha utilizado con éxito para aumentar el efecto de la terapia de exposición.
Fobias: Su Relación con la Ansiedad y la Depresión
Las fobias, además de ser trastornos por sí mismas, están estrechamente relacionadas con la ansiedad y la depresión. Muchas personas que experimentan fobias específicas también sufren de síntomas de ansiedad y, en algunos casos, de depresión. La ansiedad puede manifestarse como preocupación constante sobre encontrarse con el objeto o situación temida, mientras que la depresión puede surgir como resultado del aislamiento social causado por la evitación de dichos estímulos.
La conexión entre las fobias, la ansiedad y la depresión puede entenderse desde varias perspectivas. Por un lado, las fobias pueden generar ansiedad debido a la anticipación constante de enfrentarse a la situación temida, lo que conduce a un estado de hipervigilancia y malestar constante. Por otro lado, la evitación de estas situaciones puede limitar las oportunidades de participar en actividades sociales y llevar una vida plena, lo que puede contribuir al desarrollo de síntomas depresivos.
Además, las fobias pueden desencadenar ataques de pánico, que son episodios intensos de ansiedad caracterizados por síntomas físicos como palpitaciones, sudoración y dificultad para respirar. Estos ataques pueden aumentar aún más el temor asociado con la fobia y contribuir a la aparición de síntomas de ansiedad generalizada.
Terapia cognitivo conductual para tratar las fobias
Es importante abordar tanto las fobias como los síntomas de ansiedad y depresión que puedan estar presentes de manera simultánea. Los tratamientos cognitivo-conductuales, como la exposición gradual a las situaciones temidas, no solo son efectivos para reducir los síntomas de la fobia, sino que también pueden ayudar a disminuir la ansiedad y la depresión asociadas. Además, la terapia cognitivo-conductual puede proporcionar herramientas para manejar los pensamientos negativos y distorsionados que alimentan la ansiedad y la depresión.
Entender la relación entre las fobias, la ansiedad y la depresión es fundamental para brindar un tratamiento integral y efectivo a aquellos que experimentan estos trastornos. Al abordar estas condiciones de manera conjunta, se puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes las padecen y promover un bienestar emocional duradero.
Conclusión
En conclusión, el miedo, las fobias y el trastorno de estrés postraumático son fenómenos complejos que afectan a muchas personas en diferentes grados. Este texto ha proporcionado una comprensión más profunda de estos temas, desde las bases neurobiológicas hasta las estrategias de tratamiento efectivas. Es crucial recordar que estas condiciones no deben ser subestimadas ni estigmatizadas, y que el apoyo compasivo y el acceso a la atención médica especializada son fundamentales para aquellos que las experimentan. Al continuar investigando y compartiendo conocimientos sobre estos trastornos, podemos contribuir a un mundo más empático y comprensivo para quienes luchan contra ellos.
Bibliografía:
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