Cinco pasos para comunicarse desde la no violencia: hablar sin hundir, escuchar sin naufragar

Comunicar sin violencia no es solo hablar sin gritar, sino aprender a nombrar lo que sentimos y necesitamos sin herir.

En el océano del lenguaje, muchas veces navegamos sin cartas náuticas. Hablamos para defendernos, para imponernos, para huir. Pero rara vez lo hacemos para realmente conectar. Decimos cosas que no queremos decir, o callamos lo que arde por dentro. Y en ese vaivén de olas, el diálogo se transforma en campo de batalla, en lugar de ser un puerto donde anclar la diferencia sin perder la dignidad.

Inspirado en la propuesta de Marshall Rosenberg y otras corrientes humanistas, te presentamos cinco pasos fundamentales para comunicarse desde la no violencia. Porque no basta con hablar sin gritar. Se trata de saber decir, saber escuchar y saber permanecer, incluso cuando la tormenta amenaza.

1. Anclar en el cuerpo antes de hablar

Antes de responder, respira. Sentir enojo, tensión o miedo es parte del vínculo humano, pero responder desde esa turbulencia es como intentar maniobrar una embarcación en plena tormenta sin revisar el timón. La comunicación no violenta comienza con una pausa: reconocer lo que ocurre en el cuerpo antes de trasladarlo al otro.

El mindfulness, el enfoque centrado en la corporalidad (como propone Kabat-Zinn), y el psicoanálisis coinciden: escuchar el cuerpo permite distinguir la reacción del deseo real. Respirar, sentir los latidos, nombrar internamente la emoción: “esto me frustra”, “esto me activa”. Solo desde ahí se puede construir un decir que no destruya.

2. Describir sin interpretar

La mayoría de los conflictos se enredan cuando confundimos lo que observamos con lo que interpretamos. Decir “no me miraste mientras hablaba” no es lo mismo que decir “me ignoraste”. El primer paso para evitar la violencia verbal es describir los hechos sin proyectar juicios.

Rosenberg (2003) enfatiza que una observación precisa permite que el otro se escuche sin sentirse atacado. Es como mirar el fondo del mar desde una superficie clara: lo que se ve no necesita ser deformado para ser real. Describir sin culpar es ofrecerle al otro un espejo limpio, no un vidrio empañado por la historia.

3. Reconocer la emoción propia

Muchos diálogos se rompen porque arrojamos al otro la carga de lo que sentimos, como si fueran responsables de nuestra tormenta interna. La CNV propone en cambio hablar en primera persona: “me sentí triste”, “me sentí desconectada”, “me dio miedo perder tu atención”. No es lo mismo decir “me haces sentir mal” que “yo me sentí mal cuando pasó esto”.

Este paso implica asumir la propia navegación emocional, sin endosársela al otro. Como si cada quien reconociera las olas que lleva dentro, en lugar de culpar al viento. Solo así se puede construir una comunicación honesta y horizontal, sin juegos de poder ni chantaje emocional.

4. Nombrar la necesidad sin exigir

Toda emoción guarda una necesidad detrás. La tristeza puede hablar de deseo de conexión. La rabia, de necesidad de respeto. Pero si esa necesidad se convierte en exigencia, el vínculo se rompe. El cuarto paso es expresar la necesidad sin imponerla como condición de afecto.

Por ejemplo: “necesito sentir que soy escuchado cuando hablo”, en lugar de “si no me escuchas, no me quieres”. Según Rosenberg, esta diferencia transforma la conversación de una lucha por tener razón en una oportunidad de encuentro. La necesidad nombrada con humildad es como una boya: no pide hundirse con el otro, solo ser vista.

5. Pedir con claridad, no manipular ni suponer

Finalmente, pedir no es lo mismo que insinuar, ni que exigir. “¿Podrías bajar el volumen cuando llegas tarde?” es distinto a “Ya sabes cómo me siento cuando haces eso”. La petición clara da dirección al diálogo, como una coordenada en el mar. Y deja al otro en libertad de elegir, no lo encierra.

La CNV propone que una petición concreta, positiva y realizable puede abrir espacios de cooperación donde antes solo había resistencia. No se trata de controlar al otro, sino de construir un puente entre necesidades distintas. Porque toda buena comunicación es un intento de tender puentes, no de levantar muros.

Hablar como quien cuida su embarcación

Comunicarse desde la no violencia no es evitar el conflicto, sino asumirlo como parte inevitable de estar vivos y ser diferentes. No es hablar bonito, ni ser siempre paciente. Es sostener el deseo de comprender y de ser comprendido, incluso cuando el mar se agita.

En Clínica Broa, acompañamos a quienes sienten que su forma de comunicarse les está alejando de los demás o de sí mismos. Porque muchas veces, el lenguaje que aprendimos fue defensivo o cortante. Pero siempre se puede aprender a navegar distinto.

Fuentes de información

Kabat-Zinn, Jon. Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and Mind to Face Stress, Pain, and Illness. New York: Delta, 1990.

https://www.penguinrandomhouse.com/books/91230/full-catastrophe-living-revised-edition-by-jon-kabat-zinn

Rosenberg, Marshall B. Nonviolent Communication: A Language of Life. Encinitas, CA: PuddleDancer Press, 2003.

https://www.nonviolentcommunication.com

Shapiro, Lawrence E. How to Raise a Child with a High EQ: A Parents’ Guide to Emotional Intelligence. New York: HarperCollins, 2010.

https://www.harpercollins.com/products/how-to-raise-a-child-with-a-high-eq-lawrence-e-shapiro

Gottman, John M., Katz, Lynn Fainsilber, y Hoover, Carole. Meta-Emotion: How Families Communicate Emotionally. Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates, 2000.

https://www.routledge.com/Meta-Emotion-How-Families-Communicate-Emotionally/Gottman-Katz-Hooven/p/book/9780805824996

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